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Dios consideró que la luz era buena
    y la separó de las tinieblas.
A la luz la llamó «día»,
    y a las tinieblas, «noche».
Y vino la noche, y llegó la mañana:
    ese fue el primer día.

Y dijo Dios: «¡Que exista el firmamento
    en medio de las aguas, y que las separe!»

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